Magade nos propone
escribir relatos en primera persona, en que un personaje se encuentre con su
pasado.
A un paso
del final
Mi nombre es Gabriel
Gaminard, soy un descendiente del legendario Sisifo de Averoigne, un heredero
de secretos ancestrales. Y me encuentro a un paso del final, es ineludible
confrontar con el pasado.
Hay quienes creen que soy
un cinéfilo, un coleccionista de tiempos pasados. Y en cierta forma, es cierto.
He tenido amores con
alguna Reina del Grito, como una antecesora de Neve Colombini. Quien se casó
con un admirador, con cierta fortuna. Ella sucumbió a lo inevitable, su esposo
no pudo acertarlo y me pidió que recurriera a mis recursos esotéricos, para
regresarla.
Debo decir que lo
intenté, pronunciando conjuros, en idiomas que los humanos no pueden
pronunciar, sobre ella, enterrada en un jardín.
Lo que surgió en su lugar fue una mujer arbórea,
que devoró a quienes se le acercaron. La intervención de una entidad, llamada
Mara Laira, daría lugar a La Amante del Bosque.
También amé a Lilith Blue. La conocí en un teatro, quedé
fascinado por su voz de sirena.
Por alguna razón, me
recordó a las strigis, las amantes de mi legendario antepasado. Ella fue
intrigante, que le permitieron ascender en una sociedad secreta, como
sobrevivir por un tiempo, a intrigas de otros intrigantes.
Fui un cómplice. Hasta que
participé de algo que no me enorgullezco.
Y me distancié de ella.
Hasta que desertó de la sociedad secreta, junto con su esposo. Los ayudé a
huir. Lograron ocultarse con un tiempo, con sus hijos. Hasta que sucedió lo
inevitable.
Sé que ella fue
intrigante, que su malicia costó algunas vidas, pero sentí su muerte. Cumplí
con su voluntad, me convertí en mentor de su hija.
Aprendió algo de un arte
ancestral, el robar con astucia, como una forma de justicia vengativa. Y con el
tiempo, nos fuimos haciendo cercanos. Y ella será la heredera de mi verdadero
legado…
¡Lilitth!
Es ella. Me reprocha lo
incompleto de mi recapitulación. Me hace recordar que la ayudé a su transición,
su paso al Plano Onírico.
Ha venido a acompañarme
en estos momentos finales, con su voz de sirena…
Más
relatos en La Trastienda del Pecado