Pensé en no presentar un relato,
ser sólo un anfitrión. Pero la inspiración surgió. Y sólo quedó el escribir. Tal
vez no haya estado a la altura de esa inspiración, pero es lo que surgió
escribir.
Una voz para Lilith Blue
La noticia tuvo trascendencia. Se anunció la adaptación cinematográfica
de un ciclo de relatos, ambientados en un multiverso de historias.
Había un secreto hermético, sólo se dijo que había varios argumentos tentativos,
que se definirían según el casting.
Una lectora de los relatos hizo un largo viaje hasta llegar al teatro,
donde se hacía el casting.
-Una decepción tras otra-dijo alguien, en uno de los asientos preferenciales-
-Esta mujer da con el fixit to rol.
La lectora escuchó con cierta expectativa.
-¿Estás preparada? Lilith Blue es una asesina, manipuladora. Pero también es
actriz, es cantante. Así que necesito que cantés.
-¿Puedo recitar una poesía erótica? Dicen que tengo una voz sugestiva.
-No. Nos hiciste perder el tiempo. ¡La siguiente!
La postulante empezó a salir del escenario. Tal vez podría presentarse
para otro personaje.
-¡Un momento!- exclamó un recién llegado, con papeles desordenados-Creo
que podría servir.
-Bien, si vos decís, que intente-dijo resignado el primero-
Dirigiéndose a la aspirante a mujer fatal.
-Salí a un costado y entra como ella.
Ella salió a un costado, donde Nahama, conocedora de Lilith Blue, empezó
a improvisar algo sugestivo. Ella entró al escenario, entre un juego de luces y
sombras. Se escucharon los ecos de sus tacos.
Y ella empezó a recitar, en forma sugestiva, versos de seducción, de
pecado, de erotismo. La música reforzaba el impacto de su voz.
-No está mal-dijo el primero- Pero tendrías que pensar un pseudónimo.
-¿Podría usar el nombre que uso ahora? Soy María Dorada.
Hubo murmullos entre los asientos. El recién llegado dijo algo.
-Bueno, parece que tenés un admirador-dijo el primero-Nuestro asesor lee
tus versos-concluyó dando un codazo al recién llegado.
El aludido se puso de pie, con sus papeles, con anotaciones
indescifrables.
-Tus versos parecen inspirado por Erato.
-Es lo que dice uno de mis lectores, dicen que soy una Sacerdotisa de
Afrodita.
-Lo contratamos como asesor, el autor de las historias-dijo el primero,
con mejor humor.
La poetisa miró, tratando de ver, al rostro del autor de las historias,
que estaba entre sombras.
-¿Demiurgo?
-Sí, soy yo.