Una vez más Teresa Camesalle nos propone contar una historia inquietante.
Este año el tema es Lo que no se ve. Escribir un relato en que no se muestre al
monstruo.
Podría intentar algo.
Supongo que te
preguntarás quien soy. O que soy. No conozco la respuesta. Ni el motivo de no poder verte bien.
Soy testigo de lo que
suele suceder acá. Vienen a este lugar en busca de emociones. Incluso algunos
vienen por secretos ancestrales.
Suelen empezar con una
fiesta. Trato de imaginar que participo, que vienen a visitarme.
Pero no pueden verme. No
escuchan mis advertencias cuando empiezan a recitar esos conjuros. Más
efectivos de lo que piensan. Y más peligrosos.
A veces logro mover los
muebles para hacerme notar. Algunos huyen. Otros persisten.
Despierto al día
siguiente. Los encuentro en muy mal estado, con cara de terror. Y creo que no
es por mí.
Una vez fue distinto. Me
encontré con una mujer que logró percibirme. Ella detuvo El Ritual. Y esa vez
salieron desilusionados pero vivos.
- Veo que no me
olvidaste.
Ahora puedo verte, tan
bella y siniestra.
- No tenía sentido
sacrificarlos sin tener los conjuros completos. Ahora los tengo. Y tengo
bajo mi control a El Portador de la Llave.
Parece que sabés quien soy yo. Más que yo.
- ¿Eso soy yo? No
funcionará.
- ¿Te vas a negar?
Ambos sabemos lo que va a
pasar. Vas poner una voz sugestiva. Me negaré. Vas a contonearte. Me negaré. Y
luego vas a ponerte realmente persuasiva.
Surgirá una amenaza sobrenatural.
Y tendrás lo que deseas.
Habrá una masacre
sobrenatural. El monstruo matará rápido a algunos, se ensañará con otros. Se
divertirá con las mujeres más rubias, más atractivas, las hará gritar. Ellas intentarán huir.
Luego surgirá una
amenaza ancestral. Y yo habré sido tu cómplice.
No es mi culpa ser tan débil,
sucumbir ante una nigromante tan seductora.
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