MOLÍ DEL
CANYER nos presenta el siguiente tema:
“Gran parte de los
trayectos que hacemos en nuestra vida, los hacemos cruzando pasillos, recorriéndolos
cual largos son. Desde el pasillo que acoge las diferentes estancias de nuestra
casa, los pasillos escolares que recogen las aulas, los pasillos del hospital,
del trabajo, de un tren o una prisión...
Hoy mi propuesta
para el próximo jueves va por ahí. Os invito a escribir, relatos, poesía,
historias...que sucedan en un pasillo.
PASILLOS”.
Y así regresó Mara
Mara Lara
recordaría esa sensación, el haber tenido un día difícil. Pero no las
circunstancias que había despertado esa sensación.
Las noticias
no eran las mejores. Pero no tuvo tiempo de pensar en eso. El resplandor
invadió el lugar, lenta pero inexorablemente.
Mara Laira
huyó hacia el pasillo, el lugar seguro para una mujer virtual.
Y luego fue
la oscuridad, sin referencias como el arriba y el abajo. Apenas podía
percibirse a si misma. A falta de un mejor nombre, era el vacío.
En alguna
otra parte, Dante Serpieri tuvo una sensación de alerta. Una inexplicable
sensación porque las circunstancias eran positivas. Había regresado de un mundo
paralelo, donde fue llamado El Viajero Interdimensional.
Y acompañado
por Atalanta, atleta superlativa, magnífica escultora. Y además, la mujer más
deseable que había conocido, muy generosa con sus encantos. Era inexplicable
haber despertado semejante interés en una mujer tan encantadora.
-No hay
problema, Dante. No me espanta el desorden. Me recuerda a mi estudio.
-No es por eso.
Siento como si hubiera olvidado algo o alguien.
-¿Una mujer?
-Una mujer
que no es de este mundo.
Por
sugerencia de Atalanta, se hizo una revisión de lugar, buscando anotaciones. Encontraron
las historietas que Dante leía, que llamaron la atención de la atlética
escultora. Pero ningún dato concreto.
-Esta parte
esta ordenada. Y estos papeles, con tu nombre.
-Impuestos.
Y están pagados. En fechas que no estuve.
-¿Dejaste a
alguien en tu casa?
-¡AMAR LA
IRA! Por alguna razón, esta frase…
Hubo intentos
de anagramas, con resultados que no convencieron.
-Dejemos
eso. Describí lo que recordás.
Atalanta
tomó algo de la arcilla, que había traído de su mundo. Y la fue modelando, para
formar el retrato de una mujer.
-Que
hermosa.
-Ahora
recuerdo que su pelo es azul. Y se llama…
Mara Laira
escuchó su nombre. Y entonces sintió que estaba en un pasillo, líneas que
llevaban hacia un punto, que formaban un espacio. Mara avanzó hacia las voces.
Mara luchó
contra algo que la arrastraba hacia atrás. Y ella ganó. Y entonces, ella se
sujetó de unas manos fuertes de mujer.
-¿Te
molestan mis manos? –dijo esa mujer imponente y bella –Las tengo ásperas, por
esculpir.
-Nadie se
queja –acotó Dante- Te presento a Atalanta, una mujer de un mundo paralelo.
-Parece que
alguien te quiso borrar del tiempo-espacio –dijo Dante- Pero lograste regresar -
Mara Laira no estaba segura de adonde, era algo que iría
descubriendo.
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