Dark Fairtytales

Marifer Pizzani, seguidora de este blog, ha planteado algo que llama Pequeños relatos: Dark Fairy Tales, versiones oscuras y sensuales de los cuentos de hadas, que creemos conocer. Curiosamente, esas especiales versiones se parecen más a las historias originales, que a las versiones conocidas.
He logrado imaginar una historia imitando su estilo. No puedo revelarles cuál es la historia versionada, porque se perdería cierto efecto sorpresa. Así que tendré que tener cuidado con el título.
Les presento

El alquimista y el hada del bosque prohibido

El alquimista está trabajando en su obra, tantas veces postergada, por falta de materiales y de conocimientos.

Necesita concentrarse en eso. No es tiempo para la nostalgia, pero esta es inevitable.

No tenías tantos conocimientos en ese entonces. Tus incursiones en el bosque, buscando ingredientes para mejorar el elixir de  la juventud habían tenido un éxito relativo. Habías logrado mantener una apariencia juvenil, salvo por el pelo, que se había vuelto gris. Y tu vista había declinado, necesitabas anteojos.

Y por eso te adentraste en el bosque, más allá de lo prudente, en esa región prohibida para los mortales.

Una noche percibiste perfume de mujer. Y allí apareció ella, acompañada de un séquito de sílfides de voces musicales y de elfas guerreras.

Ella, el hada de cabellos turquesa, no muy alta, esbelta, con una belleza que sólo tus palabras podrían intentar describir. Palabras de poeta, que usaste para manipular sus emociones. Con todo éxito.

Ella hace una señal a su séquito. Las sílfides se esfuman y las elfas enfundan sus espadas. Ella se te acerca, hasta que tus manos rozan con tus ropas tan sutiles. Tus palabras parecen no tener límites. Ella hace un gesto y sus ropas se desvanecen.

Está entregada, abandonada a tus deseos, como pocas veces lo estuvo a un mortal.

Arremetes contra ella, con una intensidad, producto del elixir, una intensidad que les costó la vida a algunas mujeres que frecuentabas. Pero con ella no hay necesidad de contenerse.

Los encuentros se repiten, más prolongados y más intensos. Entre gemidos te susurra secretos que ningún humano ha oído.

Secretos para convocar sílfides, rubias ingenuas, morochas de pelo corto, pelirrojas pasionales, que te traen ingredientes.

 Secretos para capturarlas. Y liberarlas, a cambio de poseerlas.

 Sus súplicas con susurros musicales se notan cada vez más falsas, se entregan con placer.

Pero ella ha descubierto tu ambición. La forma en que la has utilizado. Luchando contra su deseo, vestida solo con las joyas que le has regalado, intenta hacer el gesto para materializar su ropa. Pero logras retenerla, acariciando sus senos, manteniéndola bajo tus instintos.

Finalmente, logra zafarse. Frustrada, vestida, se aleja. 

A su orden, las elfas te rodean y desenfundan sus espadas. Pero tu fórmula afrodisiaca, regalo de las sílfides, hace efecto en ellas. Prisioneras de un frenesí incontrolable, dejan caer sus espadas y se despojan de sus armaduras, que las hacen ver tan sugestivas.

Son tuyas.

Suplican para que te quedes, pero abandonas el bosque, antes de que la fórmula pierda su efecto. Para no volver.

El alquimista se dedica a terminar su obra, puliendo la madera, dándole la forma de un pequeño ser humano, pintando con un barniz alquímico. Pronto tendrá vida y será un ser astuto y manipulador, lleno de deseos. Será un homúnculo llamado Pinocho, la obra de un talentoso y cínico alquimista, un alquimista llamado Gepetto.

Tal vez les sorprenda pero la historia de Pinocho esta lejanamente inspirada en la idea de los homúnculos. Cuya creación era uno de los objetivos de los alquimistas. Alquimistas que tenían idea de los 4 elementos: Aire, agua, tierra y fuego.

Les recomiendo las versiones Dark Fairy Tales, escritas por Marifer Pizzani.


La Bella y la Bestia

Caperucita Roja...y oscura Pt. 1
Caperucita Roja...y oscura Pt. 2