Este jueves, un relato: OJOS QUE NOS VEN...

Dorotea nos propone este tema:

“OJOS QUE NOS VEN...

Para nosotros el mundo está definido por formas y colores, si bien solo nos lo podemos imaginar a la manera nuestra. Percibimos a otras personas, calles y nuestras casas, en tres dimensiones y lo calificamos según su parecido -o la falta del mismo- con lo que conocemos.

A través de la ciencia sabemos que los animales ven y perciben de otra manera. Y de eso se trata: echadle fantasía y describid nuestro mundo y sus pobladores vistos a través de los ojos de un  animal... ¿Cómo nos ve nuestro perro o gato, una gaviota, paloma, una abeja?

Podéis nombrar el animal o dejarlo como adivinanza... A ver si acertamos o no. 350 palabras y del miércoles al viernes para subirlo.

Gracias por vuestro esfuerzo y tiempo.

Un abrazo

Dorotea”

Errante y el humano que intentaba dibujar

Él andaba errante, en una hora en que la luz del día comenzaba despedirse. Y Errante era como le gustaría que lo llamaran. Era una torpe traducción de un idioma felino, con matices, alusiones experiencias sensitivas, más allá de los que esos bípedos captan. Hasta los gruñones, esos obsecuentes, les hacen burla imitándolos. Errante fue sacado de esos pensamientos, al ser descubierto por un perro, ladrando furiosamente.

-¡Vándalo! –llamaba el humano asociado, tratando de alcanzarlo. Errante hizo lo que su supervivencia le dictó. Huir y trepar al árbol más cercano.

Y mirar a Vándalo, desviarse. Obtener la atención de una humana, que lo acarició. Errante manifestó su descontento ante si mismo.

Errante bajó de árbol, siendo visto por un humano, que lo recibió de buen humor. Fue una sorpresa, algo distinto a las veces que había sido expulsado.

Errante fue alimentado con ese amasijo que engullía con resignación, mientras el humano se dedicaba a lo que llaman arte. Algo en lo que los gatos son expertos. En mejores tiempos, los mejores artistas humanos se esmeraban a representarlos, como a enviados de los dioses.

No era lo que era dedicaba el humano, que prefería representar a las féminas de su especie. Despojadas de ese falso pelaje, intentado poses felinas.

Aunque sabía que no podía ser entendido, Errante sintió el deseo de darle algunas indicaciones. Se ganó la confianza con facilidad, siendo admitido que se subiera a la mesa. Puso paciencia, que el dibujante se habituara a su presencia.

Esperó el momento propicio. Y entonces, dio vuelta el tintero. Con gran sorpresa para el humano. Que manifestó su descontento, en una forma similar a la imitación de los perros.

Errante se alejó, conociendo las imprevisibles reacciones de los bípedos. Pero el humano se dedicó a limpiar, a salvar su dibujo.

Errante lo vio, concentrado, olvidado de tiempo. Hasta que se detuvo y pensó en voz alta.

-Ahora quedó mejor.

 

Víctor Peril escuchó a su gato maullar.

Sin entender, lo que realmente decía Errante:

-Por fin alguien agradece mis consejos.

OJOS QUE NOS VEN en Lazos y raíces