Este jueves, un relato: Celebración con número 5/ Un relato de regalo

En este jueves de relatos, que celebra los cinco años de este espacio virtual, llegó un inesperado regalo. Un relato cuya autora está firmando como Mina. Creo que este relato merece algo más que ser publicado como comentario. Merece una entrada.

Los cinco elegidos

El frío se podía cortar con un cuchillo en aquella gran estancia. Oscura como la boca de un lobo, solo se escuchaban las respiraciones entrecortadas de quienes esperan entre el miedo y la incertidumbre del no saber. ¿Cuántos eran? Nadie lo sabía… 

Arriba, en lo alto, a través de una bóveda se colaba un leve resplandor. Una escasa iluminación, muy pobre para poder atisbar algo más allá de la nariz. Las respiraciones se aceleraban por momentos, la sangre bombeaba a tal velocidad que el corazón parecía explotar por momentos… Boom boom... Boom boom… Cada vez más frío… Cada vez más miedo… Nadie se atrevía a hablar.

Un fuerte crujido dio paso a una carcajada… Temblores… Gritos… Ssshh… Silencio.

Yo los veía desde mi rincón, asustados, queriendo correr pero paralizados por la oscuridad. Una oscuridad que no era tal a mis ojos, yo los observaba claros como el día. Me trague otra carcajada, no debía jugar con ellos, esa era la…

-Es la norma -dijo Dem tras de mí leyendo mi pensamiento- deja de jugar con ellos, Mina.

-Sí, mí Señor, dije mirando a sus ojos, yo era la única que me atrevía, nada me daba miedo, ni siquiera él. Yo era su Hada de alas negras y era traviesa por naturaleza. Pero hoy no era día de juegos, sabía perfectamente que esta era la noche adecuada, que ellos eran los elegidos…

Dio una palmada y cinco luces se encendieron iluminando cinco marcas en el suelo. Las cinco personas que minutos antes respiraban entrecortadas miraban buscando algo de un lado a otro. ¿La salida tal vez? No había de ello, no aún.

Dio otra palmada y los cinco se colocaron bajo la luz automáticamente, se miraban intentando encontrar una explicación a porqué se movían contra su voluntad. No entendían nada. 

Una campanada retumbó en la estancia. Un hombre ascendió a la luz.

Otra campana volvió a retumbar. Una mujer ascendió a la luz.

Otra campanada. Y otra. Y otra.

Cinco campanadas. Cinco almas liberadas del infierno. Elegidos para subir al paraíso.

Una vez al año mí Señor libera almas, las hace puras, las vuelve luz de cielo… Almas que cayeron en el fuego sin motivo, sin pecados, no deben ser torturadas, sino libres.

 Mina

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