“Hemos pensado que para el
próximo reto juevero, el narrador podría ser
una silla. (Ahora es cuando
algunos dejais de leer y pasais de la propuesta)
Para los valientes que se
atrevan a segur leyendo…Esta silla narradora podría ser en cualquier variedad,
el potro de tortura de un dentista, la butaca de un barbero, la trona de un
bebe, una hamaca en una playa nudista, el banco de una iglesia, o confesionario,
una silla de ruedas, los asientos de una sala de espera, estos son algunos
ejemplos pero como veís las posibilidades son infinitas.
Además, para lo más atrevidos, la
silla podría tener posibilidad de acción, pinchar, magrear, cojear o incluso
hablar…o sea que puede actuar.
Las sillas no tienen nada que
envidiar a las paredes, en cuanto a “si las paredes hablasen”. Lo que habrán visto
y oído (y sentido) las sillas…
El reto juevero está servido”
¿Quién soy? ¿Qué soy? Tal vez no
importa. Estoy muy cerca de Paula Lowell, con su cuerpo esbelto, su
cabello intensamente rojo. Íntimamente cerca de ella, en cierta forma.
Ella interrumpe sus lecturas, sus apuntes para
ensayar una coreografía, que vio en una serie de televisión. Doctora Acero.
La Doctora Acero, o Steele, es una brillante
científica, que trabaja para una agencia secreta, con agentes efectivos en su ineficiencia.
Muy experta en venenos, tantos para contrarrestarlos como para potenciarlos.
Con la particularidad de tener otra actividad,
para camuflar sus actividades de científica secreta. Se quita unos anteojos, el
típico guardapolvo, para adoptar la identidad de bailarina exótica.
En ese capítulo, le toca hacer el baile de la
silla, muy sensual, mientras se va desvistiendo. Para terminar en un falso
desnudo.
Pero hay un plan para raptarla. Al salir de
escena, se encuentra con una enemiga. Quien usa una cerbatana, que le lanza un
pequeño dardo al cuello.
Ella despierta vestida con su guardapolvo de
científica, atada a la silla usada para el espectáculo. Y rodeada de agentes
enemigos, liderados por la mujer que la durmió. Que le exige información se
secreta.
Otro agente se le acerca y le aconseja:
-Entregue la información, Doctora. La jefa se
vuelve mala cuando se enoja.
-¿Qué quieren saber de mí?
Le piden información sobre un sistema de
sonido que anula la voluntad, permitiendo dominar a multitudes.
Ella baja la voz, para que se acerquen a ella. Entonces, patea a uno y a otro. Se pone de pie con la silla a sus espaldas, girando la usa para golpear. La jefa enemiga es más difícil pero ella destroza la silla para liberarse. Y golpea a la falsa periodista.
Entonces llegan los agentes aliados.
-¿Por qué tardaron tanto? –pregunta sensualmente.
Yo estuve presente en la filmación de ese
episodio. Era la silla. Luego mi esencia dejó el set de filmación, se
transportó y llegó a otra silla.
Que Paula usa para emular un sensual número. Lo
aprovecho para atreverme un tanto, para tocarla. Y a ella parece no importarle.
Más sillas narradoras en El Vici Solitari
Debo
reconocer que me inspiré en varias fuentes. Como el personaje de la Dra. Acero,
que apareció en tres capítulos de Get Smart (El super agente 86), debería haber
aparecido en más episodios. El escape de la protagonista es casi un plagio a una escena de Black Widow
en la película Avengers. Y el número de la silla lo vi en algún videoclip.