Desde su blog Plegarias en la noche,
Tiffany invita a sumarse a su iniciativa de octubre.
“Al fin llegó el mes más esperado por
Plegarias en la Noche OCTUBRE MES DE ¡HALLOWEEN! 🎃
Y se viene una nueva iniciativa como suele
ya ser costumbre en este mes. Muchas gracias a los/as que se sumaron a las
anteriores.
En esta ocasión no vamos a contar Cuentos de
Terror si no que vamos a contar nuestros “Mitos y Leyendas” de nuestro país o
región obviamente debe haber muchísimas bastante terroríficas 💀
Así que solamente para participar debe
llevarse el Banner de la Iniciativa y nombrando a Plegarias en la Noche, si aún
no son seguidores del blog les agradecería muchísimo que sean parte para que
este pequeño espacio siga creciendo.”
El Yaguarón
El Yaguarón,
también llamado Teyú Yaguá o Teju
Jagua es el primer hijo de Taú y Kerana y uno de los siete monstruos
legendarios en la mitología guaraní. La leyenda de los guaraniés es la
siguiente:
Taú era un espíritu maléfico que se
había enamorado de Keraná, una niña de belleza admirable, que se pasaba los
días durmiendo. Por esta razón le pusieron por nombre Keraná (dormilona).
Taú se había quedado prendado de la
joven y para conquistarla se transformó en un apuesto joven. Con la nueva
apariencia Taú visita a Keraná por siete días consecutivos. En el último día,
intenta raptar a la joven, por lo que Angatupyry (espíritu del bien) se ve
obligado a intervenir para evitarlo. Por ello empieza una lucha con Taú que
dura siete días. Finalmente, Taú haciendo el uso de artimañas vence a
Angatupyry.
Taú, al verse triunfador se lleva a
Keraná. Esto ocasiona profunda tristeza e indignación en la tribu por lo cual
estos ruegan un castigo ejemplar al transgresor.
Entonces, Angatupyry condena a la
pareja a parir siete monstruos. Siendo El Yaguarón el primero de ellos.
No se lo define con precisión. Es
grande, verdoso y de lomo chato. Sus ojos son de lagarto y se destacan los
colmillos que tiene en forma de sable, aunque cortos. Asoma sólo parte de su
cuerpo a la superficie y se revuelve en las aguas. En algunas versiones, Teyú
Yaguá sólo tiene una enorme cabeza de perro.
Cuentan las leyendas que el Yaguarón
es un monstruo que vive en las profundidades del arroyo que lleva su nombre.
Por las noches, a plena luna, se desliza sigilosamente y socava las barrancas
provocando desmoronamientos que cobran muchas veces las vidas de hombres y
animales. Despedaza a sus víctimas para comerles el pulmón, que le permite
vivir eternamente bajo el agua, y desprecia el resto. Si todo eso falla, hace
zozobrar a una embarcación, para atacar a quienes caigan al agua.
Aunque Yasy Yateré, uno de sus hermanos
menores, le proporciona miel de abeja, alimento de su predilección. Fue
considerado como el señor de las cavernas y protector de las frutas.
Se lo menciona también como genio
protector de las riquezas yacentes en el suelo. Su piel adquirió brillo
revolcándose en el oro y las piedras preciosas.
El poeta Rafael Obligado le dedicó una
poesía, que muestra lo inquietante del Yaguarón, en el río Paraná. El poeta
describe la belleza de Juana María, una lavandera.
“¡Con
qué afán, con qué agasajo
Y
apasionada terneza,
La
santa naturaleza Bendice en ella el trabajo!
En
cada árbol, no hay un gajo
Que no se agite en su honor;
Las
islas, de cada flor Le dan fragancia; el jilguero
Le
canta el himno sincero
Del
antiguo trovador.
Quiere
así la primavera
Rendirle
todas sus galas,
Que se
muevan muchas alas
Honrando
a la lavandera...”
Y entonces, en unos versos posteriores,
se desata el terror.
“No
observa Juana María
Que a
sus pies, precisamente,
Hierve
entonces la corriente
Con
más hervor que solía;
No ve
que el río aquel día
Tiene
extraños movimientos,
Ni que
eléctricos, sangrientos,
De
infame plétora rojos,
Bajo
las aguas, dos ojos
La miran fijos y hambrientos.
Ancho el río cabrillea
Conturbado
por la brisa,
Y en él la forma indecisa
De un
monstruo se balancea.
Verdoso,
enorme, voltea
El
cuerpo, se hunde, se oculta,
Resurge,
el líquido abulta,
Borbollando
por sí mismo,
Y de
nuevo en el abismo
El chato lomo sepulta.
Al
oído de la obrera,
De
allá muy hondo, muy hondo,
Vago
llega desde el fondo
Un
ronco bramar de fiera;
Sonidos
que se dijera
Ser
lamentos gemebundos;
Otras
veces, iracundos
Desgarrones, golpes vivos
De
zarpazos convulsivos
En
socavones profundos.
Juana
va a huir, todo siente...
¡Y
arroja un grito, y se aterra,
Al ver
que se hunde la tierra,
Quebrándose
de repente!...
Un
remolino rugiente
Salta del río, la alcanza,
La
derriba; se abalanza,
Todo
inunda, todo huella,
Y,
envuelto en lodo, con ella
Al
hondo cauce se lanza...”
Estos versos narran lo que podría ser
una escena de terror, con Juana María como una Reina del Grito.
Lo inquietante de la leyenda es que no
revela un punto débil del Yagurarón, a diferencia de otros monstruos.